Amigos de esta entrega, nuestra vida, la tecnología, avances etc. Cómo factores de cambio, en el tiempo que nos tocó vivir respectivamente, va transformando nuestra percepción de la felicidad en base a tener o no riqueza financiera, espiritual etc.
Hace no muchos años, había a nivel mundial, grandes núcleos de personas que eran infinitamente felices viviendo del campo, de la pesca, es decir de todo aquel producto que sus manos artesanas y talento pudieran elaborar para vender o comercializar.
Hoy veo con cierto espíritu de nostalgia, que todos aquellos jóvenes (de mi época) que en su momento nos “matamos” literalmente en las aulas, buscando ser profesionistas, en la actualidad en muchos casos, la juventud a nivel global, busca su riqueza en base a todo lo que gira en torno a las redes sociales.
Hoy millones de jóvenes, apuestan su futuro a la comunicación instantánea a cobrar regalías bastante generosa como Blogueros, Influencers etc.
Y existen muchos y muchas verdaderamente osados o sin un intelecto sólido, que incluso jovencitas se suman a los famosos “retos” que son lanzados en dichas redes, donde exponer la vida por cumplir el desafío “No es importante” lo realmente valioso es generar vistas en sus redes y sí logran ser tendencia por alguna estupidez; olvídese en ese instante son lo máximo del “Mundo Mundial” como dijeran los de Río Roma, (canción que por cierto, tiene muchísimos errores de concordancia, pero esa es otra historia).
La mayoría de los temas que maneja la tecnología moderna va encaminada a la ganancia rápida de dinero . Necesario que volvamos a la comprensión de qué el soporte de la vida en la búsqueda de la felicidad, no es sólo el dinero y sí una serie de valores que debemos tener como seres pensantes, creativos y desde luego formando parte de las redes o la Modernidad, sin perder el criterio, sin regirnos en base a lo económico o, mal permitiendo que el ¿Cuánto tienes? ¿Cuánto vales? se convierta en nuestro mundo y sobre todo amando nuestros talentos y manteniendo siempre la ética.
Recomiendo leer mucho, alimentar el intelecto, ya qué jamás pasará de moda y nos permitirá comprender, el por qué el dinero no debe ser el eje de nuestra existencia.
Les dejo esta narrativa extraordinaria, que lei hace muchos años en algún rincón del mundo y qué considero digna de reflexión.
Es conocida la anécdota de Winston Churchill tomando un taxi para dar una entrevista en la BBC de Londres. Al descender, le pide al taxista que lo espere unos minutos. El chofer, que no lo había reconocido, le contesta con entusiasmo: “No puedo esperarlo porque tengo que ir a casa a escuchar el discurso que Churchill va a dar por la radio”.
Tras el momentáneo orgullo inicial, Churchill aplicó la prueba de fuego: Le alcanzó, en silencio, un billete de diez libras. Al ver la pequeña fortuna ofrecida, el taxista respondió:
Esperaré el tiempo que sea, señor ¡y que Churchill se vaya al infierno!.
El legendario primer ministro inglés reflexionó así al recordar el episodio:
“Los principios han sido modificados por el dinero. Las naciones se han vendido por el dinero, el honor se ha vendido por el dinero. Los hermanos se venden por dinero y hasta las almas se venden por dinero… ¿Quién le dio tanto poder al dinero que hizo de los hombres sus esclavos?
¿Por qué no nos damos cuenta de que el amor al dinero está acabando con la dignidad del hombre?
El dinero podría comprar una cama pero nunca el sueño; una posición, pero no el respeto, puede comprar libros, pero no la inteligencia.
Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero.